lunes, 30 de junio de 2008

Shell instala una bomba de tiempo en pleno Buenos Aires.

Los miles de turistas que visitan diariamente la capital argentina generalmente se hacen un lugar para recorrer la calle Corrientes, con sus marquesinas iluminadas permanentemente, o bien el colonial barrio de San Telmo o la zona portuaria conocida como La Boca. Pero lo que seguramente no saben es que a escasos cuatro kilómetros del emblemático Obelisco, la empresa anglo-holandesa Shell ensambló una fábrica de coque en la que industrializa los derivados del petróleo y cuyas emanaciones han sido probadas como cancerígenas en la Unión Europea.
Así lo denunció ante el tribunal permanente de los Pueblos (TPP) que funcionó en Lima entre el 13 y el 16 de mayo último Facundo Villar, integrante de la ONG argentina FOCO.







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